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19 jul 2011

MOCLINEJO

El sábado la ruta era algo más corta de las que venimos haciendo últimamente, en torno a 90km, con el puerto de Moclinejo como dificultad más destacada. En principio, todo hacía presagiar que pasaríamos un buen día de ciclismo.

En un número superior a 25 unidades, cogimos dirección a Rincón de la Victoria. La salida de Málaga fue tranquila, y del mismo modo se hizo el tramo de autovía antes de La Cala. Una vez en Rincón, y tras comprobar que el corte de la avenida principal del pueblo por la feria, iba a ser el domingo, giramos a izquierda hacia Benagalbón y Moclinejo.
La ascensión se hizo tranquila. Agrupados hasta Benalgalbón, para a partir de ahí irse disgregando el grupo. Cada uno se adaptaría a sus fuerzas y a su ritmo de subida, como es lógico y normal.
Tras algunas dudas de si parar el Moclinejo o no, se siguió hasta el alto del puerto, dónde se hizo la parada oficial, esperando a todos los componentes del club. De allí, bajada vertiginosa hacia Almáchar, y luego hacia Vélez.
En éste tramo fue dónde se dio la incidencia más desagradable del día. El benjamín del grupo, Víctor, metió un poco la rueda en la cuneta, resbaló y cayó. Su padre Álvaro, que iba justo detrás, no pudo frenar y se vió también involucrado. Cuando yo llegué a la altura de los accidentados (es lo que tiene bajar como Frank Schleck, por lo lento quiero decir), me asusté bastante. Vi un coche parado en el arcén, y a todo el mundo delante. Lo primero que pensé es que habían atropellado a alguno de nosotros.
Luego, una vez visto que no, parecía que Víctor no movía el brazo, con lo que pensé en clavícula. Afortunadamente, la cosa quedó en chapa y pintura, tanto para Álvaro como para Víctor.
En el coche iba una chica, que debió de ver el incidente y se ofreció a llevar a los accidentados a Vélez. Se declinó amablemente su ofrecimiento, ya que Álvaro ya había llamado a la madre de Víctor, e iba a ir a recogerles. Se quedaron con ellos Salvador y Eduardo. Los demás nos dirigimos, con mal cuerpo, a Torre del Mar.
Desde allí, y una vez hecha la parada reglamentaria, se voló camino a casa. Yo iba tocadito por un grano muy gracioso que me salió la noche antes en un “lugar complicado” y no quería forzar, así que deje marchar al grupo. Me quedé con Felipe, Pepe y alguno más. Nosotros llegamos bien a Málaga, sin mayores incidencias.
Por supuesto, no quiero finalizar éstas líneas sin desear, de nuevo, una pronta recuperación a los accidentados de ésta semana, y a los que llevan ya varias en la enfermería. A todos, Víctor, Álvaro, Cris y Antonio. ¡Volved pronto!

Quique.

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